
Tú, ¿duermes o inspiras?
En nuestro noble propósito de dirigir un mensaje relevante a nuestra audiencia es común que, lejos de darnos a entender y, más aún de persuadirla o entusiasmarla, acabemos por perder su atención, confundirla y ¡hasta dormirla! Será muy difícil de este modo que quieran invitarnos de nuevo a transmitirles una sola idea; te lo digo por experiencia.
Si deseas evitar entonces esta penosa y desafortunada situación -y vaya que todos corremos ese riesgo al hablar- te recomiendo que